Una de las objeciones que escuchamos más comunmente en contra de una dolarización (y nuestra propuesta de cerrar el BCRA), y una de las más frecuentemente esgrimidas por algunos banqueros (y sus asesores), es que perderíamos al prestamista de última instancia (PDUI), y que, por lo tanto, dejaríamos al sistema bancario muy vulnerable a una corrida de depósitos y/o una crisis sistémica.